Moniquirá

Una esencia mágica e indescriptible acompaña el dulce atardecer de Moniquirá. Sus habitantes extienden los brazos a los visitantes que llegan a saborear el manjar prodigioso de la guayaba, que ha pertenecido como tesoro invaluable en la conciencia de los habitantes. Los moniquireños extienden sus más valerosos saludos a todos aquellos que toquen estas tierras para saborear su variedad en dulces, conocer sus más reconocidas lagunas, cascadas y sus más temerosas cuevas; símbolo de la riqueza natural de esta tierra que está presente en el color verde de su bandera, la acompaña el color blanco que simboliza la paz que cubre este municipio y el color guayaba, producto que germina en sus tierras fértiles.

            Su escudo, baluarte histórico que ejemplifica la valentía de los próceres de esta región, está adornado con dos grandes leones a los lados, fiel símbolo de la fortaleza de los habitantes. Lo acompañan cuatro imágenes que representan las cualidades más significativas de su población: La laboriosidad, la tradición, la moral y la integridad.

            Dice la leyenda que el pueblo recibió su nombre gracias a la indiecita Mónica, que debido a la creciente del río no pudo encontrarse con su amo, el cacique Ubaza, y este, lleno de congoja, impaciencia e ira, decidió fundar un pequeño caserío, al cual dio nombre en honor a su mocita, Mónica. (Ver nota)

            La capital de la provincia de Ricaurte está a 56 kilómetros de Tunja, la capital del departamento de Boyacá. Tiene una altitud de 1700 m.s.n.m, su clima oscila entre los 18 °C y está ubicado en la cordillera oriental, rodeado de cuatro ríos, Moniquirá, Pómeca, Ubaza y Suárez. Su fuente económica se basa en la agricultura, sobre todo en el cultivo de la caña de azúcar, el maíz, el fríjol, el café y la guayaba. Celebra sus fiestas en el mes de diciembre en honor al dulce y al bocadillo. Tiene una fuerte influencia a nivel nacional, por ser un sitio de gran interés turístico.

Nota: La leyenda de Moniquirá

En tiempo de virreyes

Se dice que en este sitio,

Montañoso por demás,

Vivió el cacique de Ubaza,

Como señor feudal.

Al otro lado del río,

En la ribera oriental,

Vivían dos mocitas:

La Mónica y Trinidad.

La segunda era bonita,

La primera un poco más.

Quiso el cacique invitarlas

A su mansión señorial

Y bajó a la orilla del río

Que en esas creciendo está,

Gritándoles desde este lado

Que tuvieran la bondad

De ir hasta su bohío

A pasar la Navidad

Trinidad le contestó

Desde la orilla de allá

Tenga mi señor mío

La mayor seguridad,

De que yo no puedo ir

Pero si Mónica irá,

Devolviéndose gran señor

Lleno de felicidad

Porque con esta noticia

Se calmaba su ansiedad;

Más contento que en unas pascuas

Cuando se pueden gozar.    

Pero resulta que río

Fue creciendo más y más

Que al cabo de mucho tiempo

No da trazas de mermar;

Fue perdiendo la esperanza

Ya cansado de esperar,

De que la pobre indiecita

No le llegara jamás

¿Cómo podía estar tranquilo y estar su espíritu en paz?

El de Ubaza quedó solo

En su mansión señorial.

Mónica irá repetía

Todos los días sin césar,

Hasta que el fin esa frase

Se fue haciendo proverbial.

Y en medio de su congoja

Quiso el cacique fundar

Un pequeño caserío

Al frente de platanal

Y a la frasecita aquella,

Le quito una A

Para formarle su nombre

Y le llamo Monic_irá